lunes, 3 de noviembre de 2008

The Horror....the horror.....

La gente de cinépolis ha vuelto realidad mi peor pesadilla, ya no es posible ir al cine ningún día, se les ocurrió poner precio de miércoles todos los días y yo no me entere porque no veo televisión y no me lo tomen a mal, me da gusto por ellos, iniciativas así son probablemente uno de los pasos necesarios para combatir la piratería, porque digan lo que digan, las cintas piratas se ven mal y se oyen peor, no hay como ir al cine, a la pantalla grande.

Seguro, no están ganando tanto en la taquilla, pero si familias de cuatro o más integrantes van es un hecho que están ganando en el volumen, además de que el negocio del cine en México siempre ha sido la dulcería, por eso antes hasta se atrevían a partir las cintas con el mentado “intermedio” para que fuera a comprar tus palomitas (rocetas de maíz) a la dulcería y en ese sentido las cosas no han cambiado mucho, lo que tampoco a cambiado es la escasa educación de los mexicanos al entrar a una sala de cine y las malas decisiones en cuanto a la oferta, de verdad que ahora con las salas llenas e imposible huir de gente estúpida que lleva niños a películas de clasificación C, que no para de decir groserías, que mastica las palomitas sin cerrar el hocico o sin hacer un escándalo con sus endemoniados nachos, es un hecho que la gente que ama el cine no consume tanto en las dulcerías, pero los que sólo van de vez en cuando se imagina que entrar al cine y no comer palomitas es inaudito, de verdad que es hasta más disfrutable en muchas ocasiones, de acuerdo con la cinta, pero estar sorbiendo las últimas gotas del café, refresco, raspado pretencioso y demás o darle golpecitos al vaso para que se deslicen a tu boca son la mar de desagradables, ¿qué te cuesta mucho pensar en los demás?, no todos necesitamos tus comentaros, hay gente que quiere oír a los actores, el cine debe disfrutarse con los ojos y los oídos, no nada más estarse leyendo y aunque no se lo imaginen la gente que habla inglés, francés y otros idiomas no trae letreros ni habla con acentos extraños, se ven como cualquier otro “hijo de vecino” y lo que menos quieren es oír tus comentaros estúpidos o que ese escuincle al que no has tenido a bien educar les este pateando el asiento toda la función o que la mamá en su papel de leona defendiendo su cubil saque a relucir el cobre.
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